Salud infantil y contaminación química
Entre las distintas dimensiones del ser humano, la salud es la más primordial. Sin salud nada es posible. Por ello, nuestra primera tarea en cuanto educadoras, madres, padres, profesoras o maestros es cuidar de la salud de los niños bajo nuestra responsabilidad.
Mucho se habla de la contaminación y de cómo reducirla drásticamente; de la limitación de automóviles en las ciudades, de promocionar el transporte electrificado, del desarrollo masivo de lo que se llamó en su momento huertos solares (que en realidad son desiertos) solares y de aerogeneración, ya sea esta última terrestre o marina. El esfuerzo por “descarbonizar” la economía y lograr el “cero neto” es inmenso (un gran negocio y una quimera, además).
Pero en toda esta estrategia de comunicación hay algo de parcialidad. Por ejemplo, solo se habla de "cambio climático" o "emergencia climática", pero no se habla en absoluto de otros factores que son de vital importancia, también para la salud del conjunto de la población y, especialmente, para la de la infancia, tal como indica la Universidad de Estocolmo en el siguiente gráfico en el que se muestra el estado de planeta en relación a nueve indicadores, de los cuales seis han sobrepasado la zona de seguridad.
Algunos de estos indicadores están más extendidos que otros. En especial, se puede apreciar que los apartado de “nuevas entidades·, “flujo bioquímico” e “integridad de la biosfera” tiene un factor de riesgo mayor aún que “cambio climático”.
Es importante mencionar que todos estos factores están íntimamente relacionados entre sí, de modo que actuar sobre uno solo de ellos es una opción ineficaz.
El concepto de “nuevas entidades” incluye químicos sintéticos y sustancias (por ejemplo, microplásticos, disruptores endocrinos, contaminantes orgánicos, residuos nucleares u organismos modificados genéticamente que se liberan al ecosistema.
Recientemente, un grupo denominado Consorcio para la Salud Ambiental Infantil, ha publicado un estudio en New England Journal of Medicine firmado por más de 20 investigadores en salud pública en el que se presenta "una gran cantidad de evidencia" que vincula múltiples enfermedades infantiles con productos químicos sintéticos y recomienda una serie de acciones agresivas para tratar de proteger mejor a los niños. El documento es un "llamado a las armas" para forjar un "compromiso real con la salud de nuestros niños”.
Existen más de 350.000 productos químicos, mezclas y plásticos inventariados, la mayoría de los cuales carecen de una regulación adecuada, lo que permite su producción y comercialización sin suficientes pruebas de seguridad.
En la actualidad, sólo el 20% han sido evaluadas en su toxicidad y un porcentaje mucho menor en relación a bebés y niños.
Este tipo de sustancias químicas sintéticas se han multiplicado por 50 desde 1950 y se preve que se incremente un 3% anual y se triplique para 2050.
“La evidencia es tan abrumadora y los efectos de los químicos sintéticos tan disruptivos para los niños, que la inacción no es una opción”, dice una de las co-autoras.
El estudio identifica algunas perturbadoras tendencias en los últimos 50 años:
Incremento del cáncer infantil en más de un 35%.
Los defectos congénitos reproductivos masculinos se han duplicado.
1 de cada 6 niños están afectados por trastornos neurológicos y el autismo afecta a 1 de cada 36.
La prevalencia del asma infantil se ha triplicado.
La obesidad infantil se ha cuadruplicado, acompañada por un alza de la diabetes tipo 2 en jóvenes.
Esta contaminación química es uno de los mayores desafíos planetarios y no solo afecta a los niños, sino también a la salud reproductiva de la humanidad.
Por otra parte, otros estudios muestran que algunos de estos químicos -en concreto, los disruptores endocrinos- al entrar en contacto con fetos o bebés en etapas muy tempranas pueden “interferir en el desarrollo de las características sexuales secundarias, afectando al comportamiento normal o al desarrollo del género” causando “una variación reproductiva a través de la desregulación de la diferenciación, el crecimiento y la maduración del tejido reproductivo normal si el feto está expuesto a sustancias químicas disruptoras endocrinas -EDC, [según sus siglas en inglés]- durante los períodos críticos de desarrollo en el útero”.
Aquí, una lista de productos en los que se pueden encontrar disruptores endocrinos.
Nicolás Olea, escatedratico de Radiología y Medicina Física del Instituto de Investigaciones Biosanitaria de la Universidad de Granada y uno de los más rigurosos investigadores en el ámbito de la contaminación química, afirma que a día de hoy “todos los niños mean plásticos”. Incluso se ha detectado microplásticos en el cerebro.
A continuación, te compartimos una entrevista con el Dr. Olea si quieres evitar los tóxicos ambientales.
La salud física es la primera frontera de la salud integral.
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