Si le preguntas a la naturaleza...
“Si le preguntas a la naturaleza matemáticamente, la naturaleza te responderá matemáticamente.
Si le preguntas a la naturaleza poéticamente, la naturaleza tendrá la gentileza de responderte poéticamente.”
(Juan Arnau, filósofo y astrofísico)
Cada sociedad define sus instituciones según su propia visión del mundo.
Así, no “vemos el mundo como es”, sino que “es como lo vemos”. No sólo por las limitaciones de nuestro propio aparato perceptivo, sino también por las presunciones, axiomas, dogmas y prejuicios que cada cultura posee.
Por ejemplo, en las sociedades occidentales el pensamiento lógico-matemático está muy valorado. Y es evidente que la razón es una herramientas muy importante para desvelar la realidad. En absoluto, debemos despreciarla.
Pero, siguiendo a Juan Arnau, podríamos preguntarnos: ¿es racional la realidad?
Si lo fuera, nuestra razón sería el único instrumento apropiado para aprehender la totalidad de la realidad.
Si no lo fuera, la razón debería complementarse con otros instrumentos de conocimiento para ampliar su limitada capacidad de conocer de la realidad.
Con frecuencia jugamos a hacernos la ilusión de que con la lógica podemos alcanzar la comprensión del mundo.
Y ello a pesar de que el lógico y matemático Kurt Gödell demostró -a través de su teorema de incompletitud- que hay afirmaciones verdaderas que son indemostrables: una verdadera carga de profundidad para los sistemas lógicos.
Porque lo que eso significa es que la lógica jamás alcanzará “la verdad” porque verdad y demostrabilidad son dos cosas distintas y separadas.
De ahí que nunca podamos encontrar una fórmula o un algoritmo que identifique todas -y solo- las afirmaciones verdaderas.
C. G. Jung hablaba de cuatro tipos de conocimiento:
Intuición.
Pensamiento.
Sentimiento.
Percepción.
En nuestra opinión, los necesitamos a todos ellos y ninguno es más importante que otro.
De aquí se deduce que la educación debería incluir estos cuatro tipos conocimiento de manera equilibrada. Al no hacerlo, promovemos un desequilibrio: el desequilibrio de la razón frente a las demás formas de conocimiento.
Y ese desequilibrio se manifiesta en nuestras sociedades enfermas.
¿Por qué no nos atrevemos a promover ese re-equilibrio y nos ocupa tanto lo cognitivo?
Vivimos inmersos en una sociedad hiper-racionalista basada en el control. Así, el miedo nos dirige y tememos vivir nuestra vida -o animar a nuestros hijos a vivir la suya- interpelando a la vida poética o compasivamente.
Esta gentileza de la naturaleza de respondernos en el mismos lenguaje en el que la interpelamos es una derivación directa del principio de complementariedad descrito por Niels Bohr. Un mundo en el que la conciencia tiene influencia sobre la realidad, pues “el modo de mirar el mundo puede cambiarlo.”
Lo anterior no significa que debamos subestimar el miedo, pues es un elemento que tiene su propia función evolutiva y contribuye a la supervivencia. Si bien tampoco debe ser el motor de la vida.
Si creemos firmemente que la vida es racional, solo la interpelaremos de forma racional. De esta manera, nos restamos oportunidades de descubrir nuevas facetas de la realidad que, quizá, podrían dar validez a formas de vivir más cuidadosas con el propio yo, con los otros seres humanos y con el mundo más allá de lo humano.
Cada ser humano puede aportar su pequeño grano de arena.
Si no lo intentamos, no lo conseguiremos.