Una hipótesis proscrita (y II)
Al final de este análisis incluimos el listado de actividades propuestas y desarrolladas por los participantes de ojo de agua durante una temporada tipo. En ella, no están incluidos los trabajos comunitarios cotidianos, o proyectos especiales como desarrollo de negocio, planificación y autofinanciación de viajes y otros proyectos: construcción de infraestructuras (cúpula, pista de skate, gallinero móvil…), salidas y visitas, actividades sociales y ambientales (charlas y conferencias, Proyecto Estación Experimental Xylella) o producción de cortos de ficción y no ficción, etc…
Encuestados los participantes, el 86% manifiestan una buena o muy buena capacidad de adaptación a otras instituciones educativas (públicas o privadas) y con capacidad para empatizar (92%) o pensar por sí mismos (90%), así como una percepción de que la experiencia ha sido satisfactoria o muy satisfactoria (88,5%) para sus vidas. (Aquí todos los datos).
Aquellas personas que desearon integrarse en el sistema educativo oficial -siempre que lo hicieron por voluntad propia y la dinámica familiar y emocional era suficientemente estable- conseguían sus objetivos, muchos de ellos de manera académicamente brillante.
La inmensa mayoría aprobaba todas las asignaturas (aunque, en ocasiones, con un considerable esfuerzo) desde el primer curso en que se integraban. Lograban sus objetivos de obtener los títulos académicos que deseaban o el paso a ulteriores niveles académicos. (Aquí un ejemplo)
Esto que relatamos no es teoría. Es una descripción lo más fidedigna posible de una realidad vivida.
Y pone de manifiesto:
- que confiar en la naturaleza humana, en el instinto de aprendizaje, no significa
una pérdida de oportunidades,
- que aprender no es incompatible con gozar.
- que a través de una educación más consciente que escucha la singularidad de
cada ser humano podemos lograr un equilibrio más saludable entre las
necesidades irrenunciables de expresión personal y de satisfacción de
expectativas sociales.Queda, por tanto, mucho camino para lograr que los lugares que diseñamos para desarrollar el potencial humano de las niñas y los niños logren en mayor medida ese propósito produciendo el menor daño posible.
Quizá una de las tareas más importantes sea la formación socio-emocional de las futuras madres y, en no menor medida, de los padres, así como de maestras y profesores. Necesitamos adultos con sistemas límbicos lo más sanos posible para acompañar el desarrollo de los niños y jóvenes. No sólo para que los hijos gocen de una salud emocional equilibrada, sino porque es condición necesaria para un desarrollo cognitivo equilibrado que permita desplegar el interés por aprender.
También es necesario desaprender los prejuicios instalados en la sociedad sobre las limitaciones cognitivas y sociales de los niños y aprender a confiar aún más en ellos. Debemos transformar una educación basada enmascaramiento el principio de “todo para el niño, pero sin el niño”.
En definitiva, este proceso consiste en disponer de libertad para que el ser humano escuche su voz interior y pruebe ser sí mismo en un entorno con límites funcionales que no juzgan, sino que potencian la empatía, la convivencia y el crecimiento personal.
Es posible -lo sabemos por experiencia- una educación que escuche la voz singular de cada estudiante y le permita crecer a su única manera.
La escolarización, tal como la conocemos, es una gigantesca máquina de presión por expectativas que contribuye a la destrucción el ser que se es a través del condicionamiento social intensivo de incentivos y recompensas.
El psiquiatra Gabor Maté, especializado en trauma y adicción, en su obra cumbre “El mito de la normalidad. Trauma, enfermedad y curación en una sociedad tóxica”, explica con extremo detalle la relación entre la ingente la alienación (esto es, la adaptación a las condiciones sociales renunciando a la autenticidad) en el seno de nuestras sociedades tóxicas y la enfermedad, la adicción y el sufrimiento:
“En esta sociedad hay un autentico genocidio de la autenticidad. (…) A esta sociedad le encanta que seas adicto, que te sientas inadecuado para que intentes cumplir con la expectativas de los demás, le encanta que trates de encajar en lugar de ser auténticamente tú mismo. Esta sociedad mata la autenticidad de modo que este camino hacia la plenitud no está apoyado por la cultura; de hecho, lo socava. De modo que tenemos que asumirlo frente la programación y la propaganda cultural.”
El gran humanista que fue José Luis Sampedro, lo explicaba así:
“Desgraciadamente, no nos dan una educación adecuada, no nos enseñan a ser quienes somos, no nos enseñan a realizarnos plenamente, no nos enseñan a vivir lo más posible de la vida y a disfrutar -y a sufrir también, pero a disfrutar- lo más posible de la vida. Nos enseñan a ser buenos productores y buenos consumidores, que es lo que le interesa al poder. Y lo demás son cuentos chinos. De modo que tenemos que corregir esa mala educación y tratar de ser lo que somos”.
En este video se puede apreciar una magnifica representación de lo que estamos hablando.
La crianza de los hijos y su educación pueden ser experiencias de salud, plenitud y autenticidad. Para ello, la sociedad debe asumir cambios profundos en sus patrones culturales y la educación, como una de las instituciones fundamentales para el mantenimiento del status quo, debe ser reinventada desde sus más básicos supuestos.
A lo largo de los años, hemos podido probar y mostrar un camino real en esa dirección: la voz de quienes lo han vivido así lo confirma.
______________
Ofrecemos acompañamiento y asesoría organizacional y pedagógica tanto para equipos educativos como para profesionales individuales, así como acompañamiento emocional para familias y mentorías para jóvenes.
Más información en: ojodeagua.ambiente.educativo@gmail.com
Tu apoyo con una suscripción de pago nos ayuda a seguir compartiendo.